“Los años han demostrado, tanto en nuestra parte del mundo
como en otros lugares ,que vivir de punta con su país es a veces
la mejor forma de comprenderlo. Tal vez la pasión antagónica
sea el único martillo capaz de remachar el clavo de la verdad…”
Luis Harss
Difícilmente en este país pueda entenderse que cosas pertenecen a la dimensión de la política y de la ética, de inclusión social y de la exclusión, o de los errores en las conductas y de las sumisiones por conveniencias.
Lo triste siempre se vuelve lo irremediable para todos aquellos que intentan aportar un proyecto serio o una idea de trabajo planificado en un contexto plagado de improvisaciones, en todos los niveles. Se vuelve imposible ensayar ser diplomático en medio de la mediocridad y la hipocresía, a la larga uno termina volviéndose víctima de la prepotencia, la agresión constante y la marginalidad, avasallado o lo que es peor menospreciado.
Soy, un ciudadano común que eligió vivir honestamente de su trabajo y que en los pocos ratos libres soñar y buscar realizaciones que dignifiquen y mejoren la calidad de vida, sobre todo de aquella parte de la sociedad más vulnerable, olvidada y manipulada, como lo son los habitantes rurales y los privados de libertad.
Elegí esto porque son deudas que de algún modo la sociedad tarde o temprano tiene que saldar, devolverle la dignidad y reivindicar el trabajo del campo y establecer una verdadera reinserción social.
Tanto se ha dañado el tejido social que no puede resolverse con ningún tipo de asistencialismo, y la historia se colma de contradicciones. A los representantes no les interesa representar a nadie, los sindicalistas se preocupan por generar cada vez más poder, olvidándose de sindicalizarse ellos, y los gremialistas no gremian a nadie, y así la larga lista de condolencias se convierte en una promesa de futuro en época de campañas eleccionarias.
En estos últimos años vimos caer muros que pensamos nunca caerían, y levantarse al mismo tiempo muros sin barreras que separan la pobreza de la obsecuencia, la dignidad de la corrupción , y la opulencia de la humildad. Nadie esta salvo cuando se esconde, y si algún deporte nuevo apareció es ése, el de los funcionarios que se ocultan detrás de sus lustrosos escritorios, secretarias y agendas ocupadas para no atender y luego en sus bellas mansiones del country, lejos de los desechos y basurales. Pero llegará el día en que nos encontremos cara a cara, y aún cuando bajen la mirada seguirán con la culpa y no podrán sentirse perdonados, y ni siquiera podrán desear ya ser otros, porque será tarde, muy tarde.
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